sábado, 23 de septiembre de 2017

La cambiante edad de la estrella TRAPPIST-1.

TRAPPIST-1 es una enana roja ultrafría a una distancia de unos 40 años luz. En ella, como sabemos, se han identificado 7 planetas extraordinarios, algunos de los cuales podrían encontrarse en la Zona de Habitabilidad de la estrella. Uno de los parámetros útiles para comprender la evolución del sistema, y hasta ahora no del todo conocido, es la edad del sistema planetario.

La estrella TRAPPIST-1 vista desde uno de sus planetas. (Fuente: ESO. Crédito: M. Bartmann)

Medir la edad de un estrella tan pequeña y fría como TRAPPIST-1 no es asunto fácil. Por un lado, los procesos analizados para medir la edad evolucionan de forma no del todo comprendida, porque estas estrellas ultrafrías no han sido muy estudiadas.

Las técnicas estándar de datación estelar, como la girocronología, la abundancia de litio, la disminución de la actividad estelar y, otras, como la cinemática de la estrella, presentan  dificultades adicionales en las estrellas ultrafrías:

La Girocronología estima la edad de un estrella a partir de la velocidad de rotación de la estrella. Es conocido que, a medida que la estrella envejece, rota más lentamente al interaccionar su campo magnético con el viento formado de partículas que escapan de la estrella. El bajo nivel de temperatura de las estrellas ultrafrías produce un reducido nivel de ionización que implica un frenado más lento de la rotación de la estrella.

Actividad Estelar. Las estrellas jóvenes suelen ser más activas porque rotan más rápidamente y alimentan un campo magnético más intenso. Con el tiempo la rotación y la actividad estelar suelen reducirse, pero no es un proceso nada sencillo de entender.

La Abundancia de Litio es otra técnica muy habitual, basada en el hecho de que las estrellas pierden el litio a medida que envejecen. A diferencia de lo que ocurre en las estrellas más grandes, este proceso es mucho rápido en las estrellas ultrafrías y no resulta práctico salvo para las más jóvenes. De cualquier forma, el hecho de que TRAPPIST-1 haya perdido su litio nos proporciona indicaciones sobre que TRAPPIST-1 no debe ser una estrella extremadamente joven.

El Análisis del Espectro también es una técnica muy utilizada que se fundamenta en el hecho de que las estrellas más jóvenes son poco densas y no tienen una gravedad muy intensa en la superficie, afectando a las líneas espectrales.

Cinemática. La velocidades de una estrella (en cada uno de sus componentes) pueden ayudarnos a conocer la evolución de la estrella y medir su edad. Las estrellas que sean “de halo” son muy antiguas; las estrellas “de disco grueso” del plano de la Vía Láctea suelen ser menos viejas; las más jóvenes suelen ser las “de disco delgado”, ya que en esta zona es en la que suelen nacer las estrellas. TRAPPIST-1 parece ser una estrella de disco delgado que inicia su transición hacia el disco grueso.

Comparativa entre la pequeña estrella TRAPPIST-1, el Sol y Júpiter (Fuente: ESO. Crédito: O. Furtak)

Cuando Michael Gillon anunció el descubrimiento de los 7 planetas en 2017 las últimas dataciones disponibles eran las de Filippazzo de 2015. En el artículo de Filippazzo et al. se estudiaron diversas aspectos de una larga serie de enanas ultrafrías (TRAPPIST-1 aparece designada como 2306-0502), en la que nuestra estrella recibía una edad estimada entre 500 y 10.000 millones de años, que no es que estuviera muy restringida.

Cuando los científicos eran preguntados respondían que como mínimo tenía 500 millones de años, porque por ejemplo, no mostraba señales de litio en el espectro. Por desgracia, mucha gente lo interpretó como que la estrella tenía unos 500 millones de años.

Posteriormente, los estudios en el UV de O’Malley y Kaltenegger comentan brevemente que la intensa emisión en el X y EUV era debido a que la estrella es joven y activa, abundando en la idea de la juventud de la estrella y su sistema planetario.

También Bourrier analiza las bandas de emisión más intensas de la estrella para buscar posibles exosferas. y afirma que la estrella debería ser joven, de alguna forma, reforzando el planteamiento general. Su argumento es que la emisión X parecía mucho (el triple) más intensa que la de bandas menos energéticas. Como la emisión de rayos X suele decrecer con la edad mucho más rápidamente que la emisión UV parecía un indicio de la juventud de la estrella.

Luger es el primero en discrepar de la tendencia general. Cuando se obtuvieron los datos de las observaciones de Kepler, Luger fue capaz de obtener la rotación de la estrella, que midió en 3,3 días. Los estudios de girocronología mostraban una estrella en su media edad, entre 3 y 8 miles de millones de años.

Finalmente, los experimentados astrónomos Burgasser y Mamajek realizaron un estudio exhaustivo de la cuestión analizando la edad de la estrella desde múltiples puntos de vista. La rotación, la abundancia de litio y la cinemática de la estrella inducían a pensar que era realmente vieja: 7,6 miles de millones de años. Sin duda mayor que el Sol (4.6 miles de millones de años).

Resumen de los métodos seguidos por Burgasser y Mamajek y su acotación. Incluyen las referencias de Luger y Filippazzo. (Fuente: Burgasser, 2017)


Claro, Burgasser y Mamajek explicaban que suele pensarse que TRAPPIST-1 es una estrella activa y, por tanto, joven pero, puesta en su contexto, comparada con otras estrellas similares, parecía hasta tranquila...

Comparativa entre la pequeña estrella ultrafría con el Sol. (Fuente: ESO)


Sigamos atentos.


2017. El anuncio de Gillon de los 7 planetas de TRAPPIST-1.

2017. El artículo de O’Malley y Kaltenegger.

2017. El artículo de Bourrier et al.

2017. Luger presenta los resultados de TRAPPIST-1 obtenidos con el Kepler K2.

2017. Burgasser y Mamajek realizan un concienzudo estudio de la edad de TRAPPIST-1.




domingo, 17 de septiembre de 2017

Revisitando Proxima b, el exoplaneta más cercano (I).

Proxima b está cerca, muy cerca. Tan cerca está, que no parece descabellada la posibilidad de navegar rumbo al planeta, viajar en un velero de luz que despliegue sus velas, impulsado por un potente haz de energía dirigida.

Sin embargo, antes que nada, serán necesarias unas buenas Cartas de Navegación. Dicho de otra manera, para realizar el viaje primero será necesario saber bien qué hay allí:

¿Qué sabemos realmente de Proxima b, el destino de nuestro viaje?

Sabemos que Proxima b es un planeta alucinante ubicado en la zona de habitabilidad de la estrella más cercana, a sólo 4,24 años luz. Su originalidad y sus excepcionales condiciones de observación prometen cambiar nuestra visión de la habitabilidad y la Vida en el Universo.

Proxima Centauri vista por el telescopio espacial Hubbñe- (Fuente:NASA)

La detección del planeta Proxima b es sólida.

Tras muchos meses de rumores, el anuncio inicial (Anglada Escudé, agosto 2016) del nuevo planeta en Proxima Centauri estuvo basado en una trabajo realmente concienzudo. No era, ni mucho menos, una detección endeble. Desde entonces se ha dado a conocer (Damasso y Del Sordo, diciembre de 2016) una estimación de los parámetros del planeta por métodos distintos (un proceso gaussiano, pero partiendo de los mismos datos) que aporta mayor robustez si cabe a la detección inicial del planeta en una órbita de 11,186 días.

Es bastante seguro. Allí hay un planeta.

Posibles compañeros. Buscando a Proxima c.

En 2017 ha arrancado el nuevo proyecto Red Dots que está obteniendo más datos para permitir refinar los parámetros de Proxima b. Los nuevos datos parecen confirmar más que razonablemente la detección realizada.

Además, se podrá verificar qué hay de real en los indicios sobre posibles planetas adicionales. Tuomi, un componente del equipo Red Dots mostraba datos de 2016 que aportan intuiciones sobre un posible compañero adicional (Proxima c), una supertierra de más de 3,3 Mt y un periodo orbital de unos 215 días.

Los primeros datos facilitados en 2017 (DR2 y DR3) no son concluyentes, y además de la antigua señal en torno a 200 días aparecen otras posibles señales. Puede ser debido a que la señal esté contaminada por la actividad estelar o que se necesiten más datos todavía.
Pensemos que un planeta con un periodo orbital tan largo necesita más tiempo de observación. En unos meses se puede determinar una órbita de 11,2 días, porque en unos meses se producen muchas órbitas. Una órbita de unos 200 días necesita un periodo de observación mucho más prolongado.

El periodo de observación del proyecto Red Dots termina a finales de septiembre y para entonces podría haberse confirmado firmemente la presencia de Proxima b. Sin embargo, para seguir investigando Proxima c pueden ser necesarios más años de datos.

El periodograma es la herramienta básica del análisis de datos de velocidad radial. Muestra, en función del periodo de la órbita del planeta, la potencia de la señal. El pico tan intenso en 11,2 días (izquierda) es Proxima b. A la derecha aparece un confuso "bosque de líneas" de dudosa interpretación. ¿Es Proxima c? (Fuente: Red Dots. DR3)

La Composición de Proxima b. ¿Mundo Océano o Planeta Terrestre?

La composición del planeta es un tema sobre el que se dispone de mucha menos información. Apenas se conoce una acotación inferior de la masa en 1,27 masas terrestres, siendo el radio y la densidad del planeta totalmente desconocidos. El tema es objeto de debate y es que esta información tan escasa no ha impedido que los científicos especulen sobre cómo podría ser este planeta.

No había transcurrido un mes desde el anuncio de la detección del planeta, cuando Coleman planteaba varios escenarios aobre el origen y la formación de Proxima b. En algunos de ellos el planeta estaba formado “in situ” por acreción dando lugar a un planeta marcadamente terrestre; en otros escenarios eran objetos migrados desde la zona de los hielos y, por tanto, ricos en volátiles, incluyendo agua, que daban lugar a mundos océano. Había dos alternativas: Un planeta rocoso o un mundo cubierto por océanos.

En 2016, Alibert y Benz plantearon que, en general, los planetas formados en estrellas de muy baja masa, como TRAPPIST-1 y Proxima Centauri, posíblemente llevaban asociados discos protoplanetarios pequeños, en los que los planetas secos, formados “in situ”, no deberían ser muy grandes, normalmente con menos de 1 masa terrestre. Por su parte, aunque no era una regla exacta, los planetas migrados necesitaban algo de masa para realizar su migración, además que durante la migración acretaban planetesimales y en sus simulaciones solían tener más de 1 masa terrestre. En general, se producía una suerte de concentración de los radios en torno a 1-1,5 radios terrestres. El modelo apuntaba a la posibilidad de que Proxima b, un planeta relativamente grande para la pequeña estrella Proxima Centauri, fuera rico en agua.

Así podría ser Proxima b si fuera un mundo océano, completamente cubierto por agua. (Fuente: Steve Bowers.)

Recentemente ha aparecido un estudio contrario, que defiende una visión de Proxima b rocosa y terrestre. Está basado en simulaciones de Monte Carlo. La clave del artículo está en que el modelo considera que un planeta de más de 1,5 Radios terrestres (Leslie Rogers, 2014) no es rocoso. Este umbral, obtenido del análisis de planetas infernales, muy cercanos a su estrella, y abrasados por su calor, quizá no sea muy aplicable a Proxima. Es conocido además que hay estimaciones posteriores (Cheng y Kipping, 2016) que arrojan umbrales de transición rocoso-volátil más reducidos, de 1,2 radios terrestres que podrían haber aportado resultados muy diferentes.

El tiempo dirá quién tiene razón. Yo sigo con mi corazonada de que Proxima b es un mundo océano, rico en agua. Ojo, que mucho agua no quiere decir más habitable, puede ser todo los contrario.

Sigamos atentos.

Proxima b bien podría ser un mundo rocoso como la Tierra. (Fuente: ESO. Crédito: M-. Kommesser.)

Comentarios sobre la última liberación de datos (en español) de Proxima Centauri en la búsqueda de planetas de la estrella.

La página del equipo Red Dots, que sigue estudiando la estrella.

2014. Leslie Rogers plantea que la mayoría de los planetas con más de 1,6 radios terrestres no son rocosos. La muestra del estudio son mayoritariamente planetas detectados por Kepler. La mayoría de sus estrellas son muy diferentes de Proxima Centauri, una estrella mucho más pequeña.

2016. Chen y Kipping estudian la relación Masa-Radio utilizando una muestra muy amplia que abarca desde pequeñas lunas del Sistema Solar hasta cuerpos que queman hidrógeno. El resultado es algo distinto, con un umbral de 1,2 R⊕ o 2M⊕.

Mis comentarios sobre la relación masa-radio.

2016. La detección de Proxima b por el equipo Pale Red Dot.

2016. Coleman analiza el origen de Proxima b partiendo de 4 escenarios de formación del sistema planetario.

2016. Brugger. Estudio sobre el posible radio de Proxima b. Asume una estructura rocosa para el planeta.

2016. Alibert, y sus interesantes simulaciones que parecen apuntar a un planeta cubierto de océanos.

El comentario que realicé en su momento sobre el interesante artículo de Alibert.

2016. Damasso y Del Sordo confirman parcialmente la existencia de planeta.

Mis comentarios sobre el artículo de Damasso y Del Sordo.

2017. Bixel y Apai aportan una simulación de Monte Carlo para estimar la composición de Proxima b.

sábado, 9 de septiembre de 2017

El agua de los planetas de TRAPPIST-1.

A pesar de todos los esfuerzos realizados por los científicos, el conocimiento de las atmósferas en los planetas extrasolares terrestres es limitado. Todo el trabajo teórico realizado hasta la fecha se apoya únicamente en las observaciones de las atmósferas de los planetas y lunas del Sistema Solar. Más allá de ahí no hay observaciones fiables que nos permitan empezar a conocer este excitante aspecto de los exoplanetas.

Pero esto va a cambiar, y pronto.

Una representación artística de TRAPPIST-1. (Fuente: ESO. Crédito: M. Bartmann)

Por suerte, tenemos al sistema planetario de TRAPPIST-1. Sus planetas nos permitirán en unos meses (ya queda poco para el JWST) empezar a conocer y observar las primeras atmósferas. Este sistema planetario podría ser para los exoplanetas lo que la Piedra de Rosetta fue para la egiptología.

Si ahora conocemos apenas las atmósferas de la Tierra, Venus, Marte y Titán, en unos pocos años conoceremos decenas y decenas de atmósferas de planetas terrestres. Estemos todos atentos, porque puede ser toda una revolución.

Y puede haber sorpresas.

Representación artística de los planetas de TRAPPIST-1. (Fuente: NASA-JPL)

Gracias a los tránsitos que producen los planetas de TRAPPIST-1 al pasar exactamente entre la estrella y la Tierra, y sus excepcionales condiciones de observación, se hace posible la aplicación de técnicas de espectroscopía de transmisión para estudiar sus atmósferas. Estos tránsitos es conveniente observarlos en todas las longitudes de onda posibles (no solo en el Infrarrojo y el visible, también en el ultravioleta), para poder tener una visión lo más global posible sobre los procesos que están teniendo lugar

Como sabemos, el año pasado fueron estudiadas en el infrarrojo (HST) conjuntamente las atmósferas de TRAPPIST-1 b y c al pasar a la vez ambos planetas por delante de la estrella, y producir un tránsito conjunto. La conclusión fue que no parecía probable que hubiera ninguna atmósfera extensa compuesta de hidrógeno, al estilo de las que tienen los gigantes gaseosos. Os dejo el enlace con los comentarios que hicimos entonces:


Aunque esta atmósfera de hidrógeno pueda descartarse (con prudencia, porque estos estudios son muy difíciles de realizar) hay otras que podrían ser posibles, como las ricas en vapor de agua o diversos tipos de atmósferas cubiertas por nubes y aerosoles.

Mientras esperamos la primera luz del JWST, el HST es por ahora una de las mejores herramientas disponibles para estudiar estos planetas, y puede analizar estos planetas en el ultravioleta, más concretamente en la línea Lyman-α. Los gases escapados de los exoplanetas pueden formar exosferas de hidrógeno con enormes extensiones y, de esta manera, estar al alcance de un telescopio algo limitado como el HST.

Las exosferas de hidrógeno han sido detectadas en planetas del tamaño de Júpiter y otros más pequeños, minineptunos. Como son más extensas, y sus tránsitos tienen una duración más prolongada que las de las atmósferas propiamente dichas, normalmente son (en teoría) más fáciles de detectar.

El caso más famoso es el de GJ 436 b, que está rodeado por una enorme exosfera de hidrógeno neutro, que le confiere un aspecto cometario. Este planeta es un pequeño minineptuno rico en hidrógeno que está demasiado cerca de su estrella, no puede retener la atmósfera, y la va perdiendo poco a poco.

Los antecedentes.

Los tránsitos de los planetas más interiores de TRAPPIST-1 ya han sido estudiados  durante Septiembre y Noviembre de 2016 en el ultravioleta, en la línea Lyman-α. Claro, no es fácil estudiar esta línea en una estrella tan fría como TRAPPIST-1 (M8). A pesar de ello, fueron identificados indicios en TRAPPIST-1 b y c lo que podrían ser tránsitos propios de exosferas. Eran meros indicios, que también podían ser un efecto producido por la propia estrella. Adicionalmente, en el caso de la absorción de TRAPPIST-1 c se produjo 2 horas después del tránsito, es decir, su posible exosfera podía tener la forma de una cola de cometa. Os dejo el enlace con los comentarios que hicimos entonces:


Como ya comentamos en marzo, la explicación de las exosferas viene por el hecho de que estos planetas pueden contener atmósferas ricas en sustancias volátiles, posiblemente el agua. Esta atmósfera dominada por el agua puede producir hidrógeno y oxígeno en su atmósfera por la fotodisociación de las moléculas. El hidrógeno, más ligero, escapa del planeta, dando lugar a la exosfera; el oxígeno, más pesado, puede permanecer en la atmósfera, pero es totalmente abiótico.

Si se confirman las exosferas serían un hallazgo muy importante. Querría decir que los planetas de TRAPPIST-1 son ricos en agua.

(Fuente: ESO. Crédito: M. Bartmann)


Un nuevo intento con el ultravioleta.

Con la intención de confirmar los indicios, nuevamente Bourrier et al. han vuelto a observar durante 5 órbitas del HST los tránsitos de TRAPPIST-1 c  (el planeta que durante el estudio anterior pareció el más prometedor). Nuevamente, el resultado de las observaciones realizadas en Diciembre 2016 no es concluyente. La línea Lyman-α ha cambiado, se ha vuelto más intensa, quizá debido a que la cromosfera de la estrella ha aumentado algo su temperatura.

Lo que ahora se ha detectado es una asimetría en la línea Lyman-α. Esta asimetría no parece relacionada con el tránsito de TRAPPIST-1 c. Parece más bien asociada a todo el sistema planetario. Quizá haya una pequeña absorción en la zona más azul de la línea.

Bourrier explica que la absorción podría ser debida a una nube de gas formada por el escape del hidrógeno conjuntamente de algunos de los 7 planetas y, de alguna manera, acelerada al interaccionar con el viento estelar.

Son nuevos indicios de que algo ocurre, pero tengamos en cuenta que la señal es muy débil, tiene además un importante componente de contaminación por la luz emitida en la alta atmósfera terrestre. También podríamos estar viendo distorsiones y variabilidad de la emisión en esta línea de la estrella TRAPPIST-1.

Hay que seguir estudiando más tránsitos. Es mala señal que los indicios con los datos de Diciembre no sean del todo coherentes con los que aparecieron con los datos de Septiembre y Noviembre.

En fin, ya veremos.


Las cinco órbitas del HST mostrando las débiles líneas capturadas. Las zonas sombreadas están afectadas por contaminación de la atmósfera terrestre. La hipotética absorción estaría a la izquierda (Fuente: Bourrier, 2017)

Estimaciones de la pérdida de agua de los planetas.

Otro de los objetivos del artículo es revisar los cálculos de estimaciones del agua que podrían haber perdido estos planetas de TRAPPIST-1 a lo largo de su historia. Se utilizan para ello las masas proporcionadas por Gillon (por desgracia, ojalá hubieran utilizado las de Wang et al.) y estimaciones del flujo XUV.

Los resultados impresionan, y es que cada uno de los planetas de TRAPPIST-1 (especialmente b, c y d) podrían haber perdido algo así como 20 océanos terrestres durante los 8.000 millones de años de vida del sistema planetario.

Sin embargo, como sabemos, las estrellas como TRAPPIST-1 suelen tener una juventud durante la cual su luminosidad va reduciéndose. Como consecuencia, la ZH de los sistemas planetarios con estrellas frías, a medida que la estrella evoluciona, va acercándose a la estrella. Esto quiere decir que durante el periodo de intensa luminosidad de la estrella, los planetas TRAPPIST-1 h, g, f y e, debieron tener una atmósfera descontrolada dominada por el agua, en la que el escape debió ser muy intenso. Hoy, en cambio, una cantidad importante del agua del planeta podría estar secuestrada en forma de hielo o un mar de agua, y el escape sería mucho más reducido. Si aceptamos este efecto, estos 4 planetas deberían haber perdido menos de 3 océanos terrestres, una cantidad que para un Mundo Océano es más bien reducida.

En fin os dejo la estimación de las densidades que realizó Wang en principio compatibles con el planteamiento descrito. Para más detalles, ver:

http://exoplanetashabitables.blogspot.com.es/2017/04/las-masas-de-los-planetas-de-trappist-1.html


Las densidades (azul) de Wang frente a las densidades de Gillon (Fuente: Wang, 2017)

Y ahora no me digáis que esto no es emocionante.



2016. Julien de Wit estudia el espectro tomado por el Hubble de TRAPPIST-1 b y c.

2017. Bourrier et al. encuentran indicios de posibles exosferas en TRAPPIST-1 b y c.

2017. Nueva entrega de Bourrier et al. sobre la posible exosfera en TRAPPIST-1 c.
Además, se aportan estimaciones de volumen de agua perdido en los planetas. https://arxiv.org/abs/1708.09484




















viernes, 1 de septiembre de 2017

Los nuevos planetas de Tau Ceti.

Por fin, después de muchos años de espera, este agosto de 2017 tenemos nuevas noticias sobre los planetas de esta interesante estrella. Aunque en mayo ya sabíamos que algo se estaba moviendo en Tau Ceti, no por eso ahora parece menos excitante.

Una sugerente recreación artística de un meteorito cayendo en el mar de un planeta de Tau Ceti. (Fuente: David Hardy)


Fabo Feng de la Universidad de Hertfordshire está dándole un buen repaso a las estrellas del tipo G más cercanas al Sistema Solar. Después de la revisión de 82 G. Eridani (la quinta estrella del tipo G más cercana, a menos de 20 a.l.), le toca ahora a la mítica estrella Tau Ceti, que todos bien conocemos.

Y para ello, Feng vuelve a adentrarse en terreno desconocido, vuelve a realizar detecciones de planetas por debajo de 1 m/s. Todo un desafío para la tecnología actual.

La estrella Tau Ceti (la conocéis todos, pero os lo recuerdo) es una estrella del tipo solar, amarilla, de un tamaño solo un poco menor que el Sol. Está muy cerca, apenas a 11,9 años luz, y eso la convierte en la segunda estrella del tipo G más cercana al sistema Solar. Solo Alfa Centauri A, 4,4 años luz está más cerca. Al igual que el Sol, y a diferencia de Alfa Centauri A, es la única estrella de su sistema.

Una comparación entre el Sol (izquierda) y Tau Ceti (derecha), algo más pequeña y estable (no hay manchas solares). (Fuente: R.J. Hall)
Tau Ceti es una estrella tranquila y poco activa, con una curva de velocidad radial muy estable. Tanto, que algunos autores sugieren que estamos observando la estrella por uno de los polos. En ese caso sería comprensible que no se observasen grandes variaciones en las velocidades radiales y sería coherente con el hecho de que la mayoría de los astrónomos no hayan detectado nada en esta estrella.

El sistema planetario de Tau Ceti es famoso por sus potentes cinturones de asteroides, mucho mayores que los del Sistema Solar, con diez veces más cuerpos, abarcando desde 1-10 UA hasta 55 UA. Y eso a pesar de que la estrella podría tener cierta edad, se supone que unos 5.800 millones de años, algo mayor que el Sol con 4.600 millones de años. Quizá la diferencia esté en que Tau Ceti, a diferencia del Sol, nunca tuvo unos gigantes gaseosos que durante su juventud se dedicaron a desestabilizar los cinturones de asteroides. Esto quiere decir que en Tau Ceti posiblemente no se produjo ese Bombardeo Intenso Tardío que tantos cráteres han dejado en las lunas y planetas rocosos del Sistema Solar.

Imagen de Tau Ceti tomada por el telescopio espacial Herschel. El disco se ve "de cara", con una inclinación de unos 35 grados. (Fuente: ESA)
La historia de los supuestos planetas de Tau Ceti comienza en 2012, cuando Mikko Tuomi, de la Universidad de Hertfordshire, utiliza la técnica de las velocidades radiales para inferir la presencia de planetas por las variaciones que producen en las velocidades radiales de la estrella alrededor de la que orbitan. El problema era que había ruido, es decir, fenómenos no planetarios de la estrella que introducían distorsiones en las velocidades radiales como la granulación, oscilaciones, manchas solares, etc.

Tuomi propuso eliminar estas distorsiones aplicando una nueva metodología basada en el empleo de medias móviles. Era muy novedoso, y eso producía cierta inseguridad. Al eliminar el ruido utilizando medias móviles (10 días de retardos, MA(10)) aparecían cinco señales que parecían ser propias de planetas. Por desgracia, las señales solo aparecían en los datos HARPS, pero no en los datos proporcionados por otros espectrógrafos menos precisos, como AAPS o HIRES.

No en vano el profesor Tuomi se mostraba muy prudente al presentar sus señales:

“De hecho, las señales que detectamos pueden ser resultado de la combinación de una modelización del ruido insuficiente y de nuestra falta de entendimiento la física estelar”. (“Indeed, the signals we detect may also result from the combination of insufficient noise modelling and our lack of understanding of stellar physics”)

Pero a los medios de comunicación poco les importaba la honestidad del autor y se dedicaron a exagerar y distorsionar la noticia como en ellos es habitual, dando por hecho los planetas.

Ya escribí sobre este estudio de Tuomi. Los que queráis profundizar podéis consultar mis comentarios aquí:

Las señales de los posibles planetas sólo aparecían cuando de los datos se eliminaba el ruido estelar empleando medias móviles. En otro caso, el resto de científicos que analizaban los datos no veían nada.

No ha sido hasta agosto de 2017, tras una prolongada espera, que se han vuelto a revisar los datos de velocidades radiales de Tau Ceti. Fabo Feng lidera el nuevo estudio en compañía de Mikko Tuomi, Guillem Anglada y otros científicos que ya participaron en el artículo de 2012.

Feng plantea en su estudio una metodología que parte de la de Toumi, pero ampliamente mejorada. Para ello, si las medias móviles se encargaban de corregir as dstorsiones derivadas de la evolución del ruido estelar en el tiempo, el planteamiento de Feng divide las velocidades radiales además en función de la longitud de onda, construyendo varias series temporales para cada paquete de longitudes de onda. Distingue así el ruido de la señal del planeta, porque la primera depende de la longitud de onda, la señal del planeta no. Esta sofisticada metodología se considera necesaria para el estudio de estrellas grandes como el Sol, Tau Ceti u 82 G. Eridani; no siéndolo para estrellas más pequeñas como las enanas rojas, para las que parece excesivo este tratamiento tan complejo.

Esta metodología es muy avanzada y ha venido para quedarse. Sin duda, cuando los nuevos espectrógrafos empiecen a añadir datos en el infrarrojo (aunque por ahora trabajen sobre todo con enanas rojas), a los datos en el visible, las metodologías como esta o similares serán necesarias.

Esta interesantísima metodología de Feng ya la analizamos en mayo cuando fue aplicada a 82 G. Eridani:

Feng analiza más 9.000 medidas de velocidad radial de Tau Ceti desde Junio de 2003 hasta Septiembre de 2013 proporcionados por el observatorio HARPS, frente a las 4.398 medidas de Toumi en 2012. Son casi el doble de datos, además estos nuevos datos son algo más precisos.

Si los resultados de 2012 aportaron 5 señales propias de planetas, con periodos orbitales de 14, 35,4, 94,1, 168,1 y 642 días, respectivamente. Por su parte, Feng et al. detectaban solo 4 señales significativas, con 20, 49,4, 162,9 y 636,1 días.

Comparativa entre los planetas del Sistema Solar interno y los hipotéticos planetas de Tau Ceti. (Fuente: Fabo Feng. Universidad de Hertfordshire)
Los 3 planetas de periodo corto no aparecen en el nuevo estudio, quizá por ser más sensibles a las distorsiones provocadas en la velocidad radial de la estrella por granulación, manchas solares, fáculas y plagas y han cambiado mucho al utilizar un modelo del ruido más sofisticado; o quizá porque los nuevos datos de HARPS son algo más precisos.

Sin embargo, los 2 planetas de periodo largo sí aparecen, aunque con pequeños cambios en las masas. No obstante, aunque ahora tenemos un poco más de confianza en estos planetas, no puede hablarse de una confirmación. Es verdad, que hay datos nuevos, pero el equipo de científicos era básicamente el mismo de Tuomi et al. Tengamos en cuenta que la precisión es inferior a 1 m/s, al límite de lo que esta técnica puede aportar.

Hay que ser, por tanto, muy cautelosos con estos descubrimientos.

Los parámetros de los 4 posibles planetas. (Fuente: Fabo Feng.)

Habitabilidad.

Siguiendo a Feng la Zona Habitable Conservadora de Tau Ceti (Kopp. 2014) abarca desde 0,70 hasta 1,26 UA para planetas de masa terrestre. Si son un poco más grandes, de unas 5 masas terrestres, el límite inferior varía ligeramente y queda en 0,68 UA. Por su parte, la Zona Habitable Optimista pasa a estar ubicada en la banda desde 0,55 hasta 1,32 UA. Pero los dos planetas más prometedores del sistema, los de 162,9 y 636,1 días de periodo orbital, están a 0,538 UA y 1,334 UA, respectivamente. Es decir, su habitabilidad teórica quizá no sea la más deseable. Quedan justo fuera de los límites, aunque hay que recordar que sus parámetros están sujetos a una gran incertidumbre.

Resumiendo, supuesto que existieran los dos planetas 162,9 y 636,1 días, el de 162,9 días estaría demasiado caliente, mientras que el de 636,1 días estaría en la zona demasiado fría.

De cualquier forma, la masa mínima de los planetas está en 3,93 masas terrestres, y es muy elevada. Son demasiado masivos. Lo más probable es que estos planetas sean planetas gaseosos, con atmósferas asfixiantes, dominadas por el hidrógeno y el helio, que los convierte en Minineptunos. Es posible que no puedan albergar vida, al menos tal como la conocemos en la Tierra.

Por si esto fuera poco, el enorme Cinturón de Kuiper parece estar “de cara” (inclinación de 35 grados) Si pensamos que habitualmente se ha observado que el plano del cinturón suele ser más o menos coplanar con el plano de las órbitas de los planetas, la masa de estos sería aún más elevada, alcanzando 6,85 masas terrestres. Estos dos planetas podrían llegar a ser realmente muy grandes.

Y el enorme cinturón proporcionaría numerosos meteoritos, con un ratio mucho mayor que el que sufre el Sistema Solar. Realmente, la Vida evolucionada no lo tiene fácil en este sistema planetario.

Pero hay un detalle que a menudo se pasa por alto. Los dos hipotéticos planetas (a 0,538 y 1.334 UA) están cerca del borde interior del cinturón de Kuiper del sistema planetario (1-10 UA), y estos planetas podrían capturar algún asteroide del cinturón, como ya hizo Neptuno con Tritón. Recordamos que este cinturón es mucho mayor que el del Sistema Solar y puede haber proporcionado muchas lunas. Si esos planetas existen, es posible que sus exolunas sean numerosas y estén llenas de sorpresas. Por desgracia, nada hay seguro sobre esto, no se han detectado estas lunas y no sería nada fácil hacerlo. Quizá haya alguna oportunidad cuando entren en funcionamiento los telescopios extremadamente grandes (ELTs).

En definitiva, se necesitan más datos y de buena calidad para seguir analizando estas señales, poder confirmar que son planetas reales y además precisar sus parámetros para valorar mejor su habitabilidad. Lo recordamos. La serie de datos utilizados de HARPS llega hasta 2013, porque los datos posteriores a esta fecha alguien los tiene, por decirlo de alguna manera, metidos en un cajón y a la espera de que la ESO les obligue a hacerlos públicos.

Hum.

El panorama de los planetas cercanos en estrellas del tipo solar queda tal como aparece reflejado en el cuadro siguiente. Hay que recordarle al profesor Fabo Feng, que ha empezado a estudiar los planetas de las estrellas del tipo G, que ahí está 61 Virginis con sus 3 posibles planetas a la espera de una buena revisión...

Sigamos atentos.

Los planetas de las estrellas del tipo solar más cercanas a la Tierra. Muchos sistemas tienen potentes Cinturones de Kuiper. (Fuente: Elaboración propia.)


2004. Se detecta un exceso en el infrarrojo compatible con la presencia de un disco de escombros.

2011.Un estudio de Pepe donde no se detecta señal alguna.

2012. Tuomi anuncia sus 5 supertierras/minineptunos.

2014. El telescopio espacial Herschel resuelve el disco de escombros que rodea al sistema de Tau Ceti, mostrando que los planetas no se verían interferidos por el disco. El límite inferior está entre 1 y 10 UA.

2014. Estudio general de Howard en el que los planetas de Tau Ceti no aparecen.

2016. Observaciones del disco de Tau Ceti con ALMA. La mejor estimación del límite interior es de 6,2 UA.

2017. Feng detecta 4 supertierras/minineptunos.